Prólogo – Por Luciana Ghiotto y Patricia Laterra
El 1° de enero de 1994 entraba en vigencia el primer gran tratado comercial de nuestra era, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado por Estados Unidos, México y Canadá. Ese mismo día el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) salía de la Selva Lacandona y tomaba varias cabeceras municipales en el estado de Chiapas. Esta fecha no era una coincidencia. El zapatismo, desde la región más pobre de México, gritaba ¡Ya Basta! frente a un Estado que sólo aplicaba políticas para los capitales extranjeros y los poderosos. Se entendía que el TLCAN iba en ese mismo camino. El zapatismo hacía además un llamamiento a que los movimientos sociales de todo el mundo se alzaran contra el depredador sistema capitalista, y se organizaran para construir otras economías y otros sistemas políticos y sociales.
Al momento de escribir este Prólogo ya pasaron 26 años desde ese día. A partir de ese 1° de enero, se han negociado y firmado en las Américas decenas de Tratados de Libre Comercio (TLC) y Tratados de protección de las inversiones extranjeras. Las consecuencias de la firma de estos tratados han sido múltiples: aumentaron el poder de las empresas transnacionales en la región, redujeron aranceles y restringieron la política comercial de los países, abrieron mercados, blindaron la privatización de los servicios públicos, encarecieron los medicamentos estableciendo monopolios y restringieron la fabricación de genéricos, facilitaron la introducción de los agrotóxicos en los campos, favorecieron el desmonte, profundizaron el daño ambiental, precarizaron el empleo afectando especialmente a mujeres y migrantes, avanzaron sobre la soberanía de los países y otorgaron privilegios legales extraordinarios a los inversores extranjeros. Como vemos, los efectos de los tratados no son difíciles de identificar. Al contrario, se palpan cotidianamente sobre los campos y las ciudades, sobre nuestra salud, la vida y el planeta.
Por ello, el libro que aquí compilamos es una obra necesaria. Y urgente. Se trata de un trabajo colectivo de las organizaciones miembros de la Plataforma América Latina mejor sin TLC con el objetivo de mostrar los efectos nocivos de los tratados comerciales y de protección de las inversiones. La Plataforma América Latina mejor sin TLC es una articulación de organizaciones sindicales, campesinas, de pueblos indígenas, de mujeres, feministas, ambientalistas, defensoras de los derechos humanos, del derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, y a un medioambiente sano. Gran parte de estas organizaciones nacionales y redes regionales fueron parte de la lucha contra el TLCAN, constituyeron la Alianza Social Continental y también fueron protagonistas de la Campaña Continental contra el ALCA.
Pocas veces se ha hecho un esfuerzo de compilación sobre este tema con las características que aquí presentamos. Los autores y autoras son renombrados activistas especializados que, muchas veces sin grandes títulos académicos colgados en sus paredes, representan voces autorizadas para analizar los efectos de los TLC en cada uno de los temas. Esta ha sido una constante en América Latina. La crítica de los acuerdos comerciales la ha llevado adelante un grupo de especialistas-activistas, a veces cercanos a la academia, pero cuyo mayor interés ha sido entender, explicar y difundir los efectos de estos tratados en nuestros países. En ese sentido, los trabajos de la Red Mexicana de Acción contra el Libre Comercio (RMALC) han sido pioneros para mostrar el camino de estudio y comprensión de los efectos del TLCAN (y los posibles efectos del ALCA) al resto de los movimientos e intelectuales de la región. La academia latinoamericana tiene mucho que aprender del compromiso y del sentido de urgencia de muchos y muchas de estas activistas.
Los artículos que presenta este libro cubren una diversidad de áreas de la vida económica y social en donde los TLC han generado fuertes impactos. El primer artículo del libro hace una reconstrucción de las promesas asociadas a la firma de los tratados en los años noventa. Luciana Ghiotto repasa las promesas que los gobiernos de los países de la región hicieron para justificar la entrada a estos tratados: aumento de empleo, transferencia tecnológica, incremento de las inversiones extranjeras, diversificación de exportaciones, entre otros. Estas promesas son parte del “círculo virtuoso del libre comercio”: el pensamiento liberal sostiene que a mayor liberalización y seguridad jurídica a los capitales, llegarán las inversiones que generarán crecimiento económico y con ello desarrollo. La autora muestra cómo ninguna de estas promesas se cumplió en ninguno de los países, ya que incluso donde algunos datos macroeconómicos muestran ciertas mejorías, los datos deben ser leídos con sus múltiples efectos y complejidades (como el aumento de empleo en México tras el TLCAN o el crecimiento de inversiones extranjeras en los noventa en Argentina). A pesar de que estas promesas no fueron cumplidas, hoy se siguen utilizando los mismos argumentos para justificar la firma de TLC y TBI. En definitiva, no se pueden esperar resultados diferentes cuando se aplican siempre las mismas políticas liberalizadoras.
En el segundo artículo, Alberto Arroyo Picard muestra que la promesa de que los TLC y TBI generan “más y mejores empleos” no es más que un mito. Para mostrar esta promesa incumplida toma los ejemplos de México, uno de los países de América Latina con más cantidad de tratados. El autor explica que aunque subió el índice de empleo con los primeros años del TLCAN, en México el salario se ha deteriorado, gran parte de los asalariados viven en la pobreza y con el tratado se han roto las cadenas nacionales de valor, generando un modelo donde se pasó a depender del empleo que crean las empresas extranjeras para el mercado estadounidense. El artículo también analiza la dimensión laboral de la nueva versión del TLCAN, llamado Tratado MéxicoEstados Unidos-Canadá (T-MEC). Este nuevo tratado ha sido presentado como uno que sí valdría la pena apoyar (posición de ciertos sectores sindicales mexicanos), dado que este sancionaría la violación de los derechos laborales. Pero Arroyo Picard desnuda el capítulo laboral para mostrar las limitaciones de la nueva redacción de este acuerdo.
En el tercer artículo, Jorge Coronado explica la relación existente entre los TLC y los privilegios impositivos logrados por las empresas transnacionales. Los países firmaron TLC y TBI con el fin de atraer inversiones extranjeras; para ello crearon estímulos asociados a incentivos y exoneraciones fiscales o tributarias para dichos inversores. Estos privilegios fiscales tienen un impacto directo en las finanzas públicas, ya que en promedio las exoneraciones fiscales representan entre un 2% y un 6% del Producto Interno Bruto (PBI) de los países latinoamericanos y caribeños. A su vez, los TLC y TBI vienen acompañados de Convenios para Evitar la Doble Imputación o Tributación (CDI), ya que estos acuerdos se utilizan para atraer inversiones haciendo que las empresas transnacionales paguen impuestos sólo en sus países de origen y no en los receptores de la inversión. De este modo, la renuncia tributaria vía estos incentivos y exoneraciones tiene un altísimo costo fiscal en nuestros países, lo cual redunda en la imposibilidad de generar políticas económicas que tiendan a reducir las desigualdades sociales. Coronado expone que los TLC, TBI y CDI representan facilidades para las empresas transnacionales, las cuales amplían su tasa de ganancia al no tributar o tener una bajísima responsabilidad tributaria en nuestros países, sin que represente una ventaja real para la región.
Con respecto al sistema de protección de inversiones, el equipo de Comercio e Inversiones del Transnational Institute (TNI) muestra en el cuarto artículo presente en este libro los efectos en la región. El estudio a cargo de Lucía Bárcena, Luciana Ghiotto, Bettina Müller y Cecilia Olivet señala que a fines de 2019 existían 282 demandas de inversores extranjeros contra países latinoamericanos, lo cual representa cerca de un tercio de las demandas a nivel global. Los inversores han aprovechado el mecanismo de solución de controversias incluido en prácticamente todos los tratados de inversión y de libre comercio para demandar a los Estados en tribunales de arbitraje internacional cuando ven modificada su expectativa de ganancia. De este modo, una gran cantidad de acciones de gobiernos regulando en favor del derecho a un medio ambiente sano, al acceso al agua potable o a la salud se han encontrado con la respuesta de los inversores con el objetivo de recibir un resarcimiento millonario por dichas acciones. Las voces críticas frente a este sistema han ido en aumento en los últimos años, empujando por su reforma. Dentro de estas, las autoras rescatan las reformas estructurales que son las que han puesto en cuestión las reglas que permiten estos privilegios para los inversores, y que abren la discusión acerca de: ¿inversión extranjera para qué? ¿a quién beneficia y a quién afecta? Y, ¿en qué condiciones? ¿cumplen con los objetivos de desarrollo y bienestar para los pueblos? Concluyen entonces que el actual entramado de tratados no permite incorporar requisitos de desempeño ni ningún tipo de condicionalidad al inversor que pueda hacer que estas inversiones sean deseables en un proyecto de soberanía nacional y desarrollo sustentable.
Acerca de los impactos de los TLC sobre los servicios públicos, Adhemar Mineiro explica que parte de las políticas neoliberales de los años noventa implicó la apertura de las economías para la llegada de capitales extranjeros en algunos sectores clave como los servicios públicos. Los TLC y TBI vinieron a reforzar esta apertura, dando derechos extraordinarios a los inversores que se hicieron cargo de dichos servicios. A través de los TLC y TBI, los Estados se comprometieron a no imponer ninguna condición ni limitación a dichos capitales. Entonces, los países de la región han perdido capacidad de regulación doméstica de los servicios públicos, donde éstos se han convertido en mercancía en lugar de constituir derechos sociales.
Sobre los impactos de los TLC en la salud, Mariela Bacigalupo y Lorena Di Giano muestran cómo la firma de estos tratados estuvo acompañada por el proceso de reforma de las regulaciones nacionales con el fin de avanzar en el reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual y la extensión de las patentes a cargo de las grandes empresas farmacéuticas. Los TLC promueven en sus capítulos de propiedad intelectual el acuerdo ADPIC (Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relativos a Comercio) de la OMC, pero también imponen otros acuerdos como el Tratado sobre Cooperación en Patentes (PCT) o el Tratado de Derechos de Patentes (PLT). Las autoras concluyen que la incorporación de los derechos de propiedad intelectual en los TLC ha tenido consecuencias negativas para el acceso a la salud y a los medicamentos, reduciendo la capacidad de producción local de genéricos y cristalizando las desigualdades existentes entre países centrales y periféricos.
Para mostrar los impactos ambientales de los tratados, Elizabeth Bravo, Cecilia Cherrez y Alexia Delfosse toman el caso de las semillas, las zonas de sacrificio y las medidas sanitarias y fitosanitarias. Sobre las semillas, las autoras señalan que las disposiciones de los TLC obligan a reformas legislativas que avanzan en el camino de la privatización de las semillas, al incorporar en su mayoría la obligación de adherir al convenio de la Unión de Protección de Obtentores Vegetales (UPOV) en su versión reformada de 1991 (entre otros acuerdos internacionales). Asimismo, se crean zonas de sacrificio para la producción de hortalizas con el único objetivo de la exportación. Muchos de los vegetales requieren abundante agua, su producción saliniza la tierra, y con esta lógica se promueve la expulsión de los campesinos de sus tierras. Por último, las medidas sanitarias y fitosanitarias que se incorporan en los TLC tienden a la armonización de las normas entre países, afectando la producción campesina que no puede cumplir con los altos estándares para la exportación, fomentando así la expulsión de sus tierras. En definitiva, los TLC han avanzado en la creación de legislación anti-campesina para beneficio de las empresas transnacionales.
Finalmente, Patricia Laterra y Agostina Costantino se proponen mostrar si los TLC tienen efectos diferenciales sobre las mujeres. Para ello, analizan diferentes dimensiones y sus efectos: el modo de desarrollo, la liberalización del comercio, el ajuste fiscal y la eliminación de derechos. La visión crítica propone que el impacto de los TLC en las mujeres no depende tanto de cuánto crezca un país, sino de cómo crezca el país; para lo cual es importante analizar el modo de desarrollo donde se desenvuelve el libre comercio. Asimismo se argumenta en torno a cómo las arquitecturas jurídico-legales de los países que firman tratados pueden poner en riesgo o eliminar derechos para disminuir costos. Ambas dimensiones tienen especial repercusión en la crisis de los cuidados. A partir de la literatura escrita se revisan enfoques y metodologías para analizar la existencia de estos efectos diferenciados, alcance y relevancia. La evidencia para la región permite observar que en las cuatro dimensiones existe un impacto diferenciado sobre las mujeres: aumentando la presión sobre el rol cuidador de las mujeres (reforzando los roles de género), incrementando su inserción precarizada en el mercado de trabajo, alimentando las cadenas globales de cuidados (en las que las mujeres latinoamericanas se insertan también como cuidadoras) y constriñendo el espacio fiscal para ejecutar políticas públicas tendientes a revertir las desigualdades y garantizar los derechos sociales, económicos, culturales y ambientales. En los hechos, las mujeres son consideradas como un actor clave en el comercio y el crecimiento pero al mismo tiempo dispensable en términos del rol en que se ven envueltas producto de las políticas de liberalización comercial. Se advierte la necesidad de contar con estudios de impacto que representen un compromiso real con la justicia de género.
Los argumentos están de nuestro lado. Tenemos cientos de datos estadísticos y macroeconómicos, contamos con datos cuantitativos y cualitativos que muestran los efectos nefastos de los tratados de comercio e inversión vigentes en nuestros países. Además, en los artículos mostramos con claridad que los TLC fueron negociados y firmados alrededor de una cantidad de promesas que nunca se cumplieron.
Más de dos décadas después el llamamiento zapatista sigue resonando por su urgencia. Sin embargo, todavía falta avanzar en la construcción de los lazos sociales y en las prácticas económicas que sí queremos, las alternativas que son cada vez más urgentes por crear y evidenciar una sostenibilidad de la vida posible y sustentable. Por lo pronto, sabemos lo que no queremos, y no es poca cosa: no más Tratados de Libre Comercio e Inversión en América Latina y el Caribe.