DORAVIRINA: Fundación GEP presentó oposición a la patente que Merck pide en Argentina
GEP presentó una nueva oposición contra una solicitud de patentes de la empresa multinacional Merck pretende sobre un medicamento clave para tratar el VIH, que además se usa en combinación con otros antirretrovirales.
Fundación GEP presentó una nueva oposición con la finalidad de colaborar con el INPI, aportando argumentos y pruebas y solicitó el rechazo de una patente solicitada sobre Doravirina, un fármaco desarrollado por la multinacional Merck que fue aprobado en el año 2018, para el tratamiento de personas adultas con VIH.
La patente que Merck pretende obtener no cumple con los requisitos nacionales, ya que no se trata de una novedad y presenta falta de actividad inventiva y aplicación industrial. Reivindica lo que se conoce como «fórmula markush», una representación de la estructura química utilizada para indicar a un grupo de compuestos químicos relacionados, sin especificar la unidad de la invención, tal como requiere la legislación vigente en Argentina. Además, reivindica métodos de tratamiento, que están excluidos expresamente por la Ley nacional de patentes 24.481.
«La empresa solicita 27 reivindicaciones, las primeras 22 solicitan propiedad sobre una fórmula markush en la que no se especifica la unidad de invención que se quiere patentar, lo que implica que la fórmula podría incluir muchas moléculas, incluso de medicamentos que todavía no han sido desarrollados. Las restantes reivindican métodos de tratamiento, que están excluidos por la ley nacional, es decir que no son patentables en Argentina», detalla Lorena Di Giano, Directora Ejecutiva de Fundación GEP y aclara que, por eso, la ley considera que este tipo de reivindicaciones no son patentables.
Por otro lado, la solicitud tampoco tiene lo que se denomina suficiencia descriptiva, que se refiere a que contenga un detalle preciso del desarrollo a patentar, para que en el futuro pueda ser replicado. Esto es así ya que uno de los fundamentos del sistema de patentes es que estos títulos se otorgan como incentivos para la generación de innovaciones que luego se espera que beneficien a la sociedad toda, cuando la nueva tecnología pase al dominio público, una vez que termine el monopolio de 20 años que otorgan las patentes.
«Si la patente no tiene suficiencia descriptiva, no podrá ser replicada por otros fabricantes», explica Di Giano, que es abogada especializada en propiedad intelectual, y se preocupa: «el incumplimiento de este requisito es una tendencia que estamos viendo en la mayoría de las solicitudes que estamos analizando».
Esta es la oposición número 14, presentada por Fundación GEP desde que comenzó su trabajo, en el año 2013. El 20 de diciembre de 2021 GEP presentó la oposición ante el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI), la autoridad nacional a quien le corresponde recibir y analizar la solicitud y decidir si debe o no ser otorgada conforme la legislación vigente. Lo hizo en referencia a la solicitud P20110101028 (AR080859A1), denominada «Derivados de 1,2,4 triazolo-piridínicos inhibidores no nucleosídicos de la transcriptasa inversa, útiles para tratar infecciones por vih y composiciones farmacéuticas que los contienen».
La doravirina pertenece a una clase de medicamentos llamados inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa (NNRTI, por su sigla en inglés). Actúa disminuyendo la cantidad del virus en la sangre y puede reducir la posibilidad de desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), así como otras enfermedades relacionadas con el VIH, como infecciones graves y cáncer.
Actualmente, la doravirina se comercializa bajo la marca comercial Pifeltro, en su versión como agente único, y Delstrigo, como componente de un régimen de tableta única, es decir en una píldora que combina distintas drogas. Está indicada en combinación con otros medicamentos antirretrovirales, para el tratamiento de adultos infectados por el VIH-1, sin evidencia pasada o presente de resistencia a los NNRTI.
«Pretender un monopolio sobre un medicamento que reduce la posibilidad de desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), da cuenta del sistema de la crueldad que imponen las farmacéuticas en todo el mundo. Nos pretenden enfermxs crónicxs, evitando el acceso a precios asequibles y limitando la posibilidad de que se hagan desarrollos locales de medicamentos que salvan nuestras vidas», concluye José María Di Bello, Presidente de Fundación GEP.
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