Fundación GEP presentó una tercera oposición a un pedido de patente sobre el sofosbuvir, un medicamento que cura la Hepatitis C cuando se usa combinado con otras drogas antivirales de acción directa.
Fundación GEP presentó una tercera oposición a un pedido de patente que la farmacéutica Gilead pretende obtener sobre el sofosbuvir, medicamento para la Hepatitis C que, combinado con otras drogas antivirales de acción directa, tiene una efectividad de curación comprobada de hasta un 95%. La solicitud de patentes debe ser rechazada por el INPI ya que los compuestos reivindicados por la empresa son prodrogas que han sido obtenidas aplicando estrategias conocidas en el estado de la técnica.
Una prodroga es una sustancia inactiva que se transforma en un fármaco activo al ser metabolizado por el cuerpo, después de ser administrado. Es decir, que se convierte en medicamento dentro del cuerpo.
En estos casos, de acuerdo a las Pautas para el examen de Patentabilidad de Patentes sobre Invenciones Químico-Farmacéuticas, establecidas en la resolución conjunta 118/2012, entre el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI) y los ministerios de Industria y de Salud, las patentes, si se conceden, deben excluir de la reivindicación al principio activo como tal, si éste ya fue divulgado o si no es patentable.
“Este es el caso de la solicitud actual sobre la cual hemos presentado la oposición ante el INPI”, advierte Lorena Di Giano, Directora Ejecutiva de Fundación GEP, y detalla que, tal como se demuestra en los fundamentos acompañados en el documento en el que se solicita el rechazo de la solicitud de patente AR085118A2, “los compuestos y composiciones que Gilead Pharmasset LLC. intenta patentar a su nombre carecen de los requisitos de novedad, actividad inventiva y suficiencia descriptiva, de acuerdo al arte previo; y su aplicación para tratar infecciones virales según la legislación vigente no es patentable, ya que se asimila a un método de tratamiento. Por eso, la solicitud debe rechazarse, ya que lesiona los artículos 4 y 20 de la Ley 24.481, de patentes de invención y modelos de utilidad”.
Fundación GEP ya había presentado oposiciones frente a otras dos solicitudes de patentes de Gilead en Argentina, que bloqueaban la producción local de sofosbuvir. La primera fue en 2015, sobre el compuesto principal, y la segunda en 2017, sobre la pro-droga. En ambas oportunidades, los argumentos acompañados por Fundación GEP colaboraron con el examen de la solicitud que debe realizar el INPI de Argentina, que finalmente rechazó las solicitudes.
“Los rechazos a las solicitudes de patente de Gilead en Argentina han permitido la producción de este medicamento por parte de al menos 4 compañías farmacéuticas locales, lo que habilita la competencia de precios en el mercado y ahorros en las compras públicas. Esta nueva oposición intenta garantizar que estas compañías puedan seguir produciendo y comercializando sofosbuvir, asegurando el acceso a precios más asequibles”, enfatiza Di Giano.
“Gracias a esos rechazos, la industria farmacéutica local tiene libertad y seguridad jurídica para fabricar sofosbuvir, y el Estado argentino puede comprar versiones genéricas mucho más asequibles”, subraya José María Di Bello, Presidente de Fundación GEP, y destaca que, según datos relevados por la Fundación, a partir de la competencia de precios en las compras públicas realizadas por el Ministerio de Salud de la Nación, se pudieron obtener ahorros de más de 25 millones de dólares.
“Al sofosbuvir se lo conocía como la pastilla de los mil dólares, porque ese era el precio con el que lo comercializaba Gilead en Estados Unidos”, recuerda Di Bello y especifica: “En Argentina, luego de los rechazos de las patentes, el precio de cada pastilla disminuyó un mil por ciento, de 104,39 dólares en 2015 a 10,54 dólares, en 2021”.
Con este tipo de acciones, Fundación GEP continúa trabajando para evitar abusos por parte de las farmacéuticas multinacionales y facilitar el acceso a la salud de toda la población. Las empresas farmacéuticas multinacionales no están interesadas en salvar vidas sino en procurar el lucro.
Por eso decimos: los medicamentos no son mercancías, son bienes sociales que salvan vidas y deberían ser accesibles para toda la población.
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